martes, 22 de julio de 2008

Nubes Dispersas III

Capítulo 3. Y se sintió nube...

Estaba rodeada de maleza, las ramas se le clavaban en el cuerpo y las hojas le hacian algo parecido a cosquillas en sus brazos. Pero todo eso le daba igual. De un salto se agarró al arbol más cercano, la espesura de éste le escondía de la vista, pero sabía que si el viento soplaba del lugar equivocado sería picadillo en un instante.


Unos grandes y negros ojos asomaron por entre el alfeizar y un frondoso naranjo, Observaban algo, o mejor dicho: a alguien.

Una figura rubia disfrazada de ninfa ancestral se paseaba por la habitación con movimientos delicados e insinuantes, desplegando toda su pasión. Su cuerpo estaba envuelto en una seda de azul celeste, su cabello decorado con pequeñas flores que no acertó a reconocer, pero sin embargo; olian maravillosamente.

El aroma de la Gloria, del vencedor, del vencido...Ese aroma que detestaba tanto. Un aroma tentador y a la vez horripilante, le hervia la sangre y le inundaba de odio. Cuando volvió a posar sus ojos sobre su rostró le vió acercarse. Sus manos la tocaban con desfachatez; eso la ponía nerviosa, tensa. Se angustiaba y comenzaba a sudar. La ninfa se hacía ver diferente en público: arrogante, distante...malcriada!. Pero entre esos brazos las cosas eran diferentes.

Les observó un buen rato, con el ceño fruncido y los instintos al mil por mil, fue uno de los momentos en los que pensó que se volvía loca...


Él se marchó un instante, al menos lo vió cruzar la puerta rápidamente. Aprovechó y llamó a la ventana con urgencia. La hermosa ninfa se quitó su corona de flores y entornando los ojos se acercó hasta abrirle.

- Se puede saber que haces aqui? - le susurró enfadada - No...No deberias...


- Queria verte. - sentenció.


- Yo no quiero verte, y baja la voz, pueden oirnos - Leah se alzó hasta el borde y se sentó junto a la cristalera. Rosalie abrió mucho los ojos muy sorprendida. Sus pensamientos iban desde empujarla al suelo a contenerse e ignorarla.


- Sabias que estaba aqui, zorrita... o bajas o te arrastro de los pelos hasta donde a mi me plazca - Algo en ese tono le hizo ruborizarse. Le cautivaba su tono de voz, sus ojos negros, su profundidad.Sus cabellos estaban llenos de tierra y plantas, de escalar por entre los árboles, su camiseta sucia...No tenia nada que le gustara, solo esa insinuación volante.

Leah observó a Rosalie. Su cuerpo se transparentaba a través de la seda, sus ojos furtivos rodeaban sus cuervas y se posaban sobre sus largas piernas con descaro. Ella se cubrió con las manos, esa mirada no le gustaba en absoluto.

- No hagas eso, no me quites las vistas.


- No seas estúpida, perrita. Ay! pero que digo...si ya lo eres.


- Bueno...no has visto Tod y Toby? El perro y el zorro son amigos. No acepto un no por respuesta. Te quiero abajo en quince minutos.


- Treinta.


- No corras, vuela...y ponte algo sexy.


- Me pondré lo que me de la gana. - Rosalie cerró la ventana con desaire. Leah solo sonrió mientras bajaba por la planta.


. . .


Media hora despúes, bajaba por las escaleras de la casa intentando que la viesen todos. Sabía que así nadie haría preguntas, cogió las llaves de su coche y salió hacia el garaje. Justo cuando iba a meterse en él, se dió cuenta de porque no debía hacerlo. Emmett si que se daría cuenta e iria a buscarla por todo Forks; no quería llamar en absoluto su atención ahora mismo.


No pasó apenas un minuto antes de que las mujeres se encontraran. Leah la esperaba en los lindes del bosque, apoyada sobre el tronco de un enorme árbol del que apenas podía llegar a ver la copa.

La vió acercarse petulante. Tal y como ella quería que ocurriese. Le cedió un casco con una enorme sonrisa.

- De verdad piensas que voy a subirme a esto? - dijo Rosalie señalando la motocicleta de la otra.


- Perdona si no es ferrari - contestó con ironia tirando el casco al suelo - Su majestad también quiere una alfombra roja? Unos zapatos de cristal?...


- Si te vas a poner asi me vuelvo a casa.


- Que te lo has creido - Leah la cogió de la muñeca y la atrajo hacia sí con fuerza - Voy a besarte. - advirtió - Y no puedes hacer nada para evitarlo.


Ella susurró con tranquilidad.

- Puedo no corresponderte


- Lo haré de todos modos - Leah era más bajita que Rosalie, sin embargo apenas lo parecía cuando se acercó a sus labios. Su cuerpo respondió tal y como esperaba. Sin prisa, sin pausa, con sentimiento, abusando de su calor y de su fuerza. La ninfa rubia era delicada, tenaz, dominaba la situación casi en su totalidad, sobretodo jugaba con su presa.

Un escalofrió en su columna y sintió que algo se derretía en su espalda, como caramelo bajando por su piel.

- Te dije que lo haria.


- Te dije que podía no corresponderte.


- Lo has hecho.


- Y tu...Esto debe ser pecado. - suspiró.


- Más infierno que en el que estas, no creo que sea posible ja! - Leah sonrió, pero Rosalie la escrutaba con calma, le intrigaba esa respuesta. ¿Porque le habia dicho eso? Era exactamente lo que pensaba de toda su vida, de lo que le ocurría, pero nunca lo habia compartido con nadie aparte de Emmett y Bella...quizá su familia. Pero aquella joven que se plantaba ante ella... no tenía ni idea de todo esto; de su maldición.


- Te odio Clearwater.


- Eso me gusta. Odiame de nuevo Hale...odiame... - Ella volvió a besarla con rabia, con fuerza; pero esta vez se resistió. Aunque Leah no estaba dispuesta a dejarla ir, la apoyó contra el arbol y la sujetó entre sus brazos. - Me odias más ahora?


- Si te gusta que te odie tienes que estar emocionada.


- Mucho...ahora sube a la puta moto! - De nuevo esa sensación que tanto le gustaba a veces...Ese modo de controlarla le parecía seductor. Se arregló el pelo y apartó a su compañera de un empujón para llegar a la moto y subirse. - Asi me gusta rubia. Pero yo conduzco.


- Venga ya, estas de broma?


- Quita rubia, esto no es para chupasan... Vale, no me mires asi. Pero esque tu no la sabes usar. - Se hizo la importante subiéndose delante de ella. Arrancó y se marcharon rápidamente.


El viento le movía el pelo, como en las películas, solo que ella era algo más que una actriz. Era la diosa de aquella estúpida muchachita, alguien que se pensaba que podía dominar su amor, y sobretodo que podía dominarla a ella. No se daba cuenta de que en realidad manejaba mejor todo lo que ocurría de esta manera. Estaba acostumbrada a ceder el mando a distancia, a suspirar por tener que dar de comer a los peces, incluso a dejar conducir a Emmett cuando se ponía machote.

Pero en cuestión de sexo, ella mandaba.


- Estas muy callada.


- Me has traido a cenar, ¿exactamente que quieres que diga? - su voz sonaba a reproche y molestia. A Leah le dió un pinchazo en el corazón, ella se dió cuenta.


- Pense que te gustaría...Vale, he sido un poco imbecil


- Creo que traerme a un restaurante no es la primera opción que suelo barajar - Rosalie intentó aligerar la situación llegando a sonar incluso graciosa. Leah se movía incómoda en su silla. - Teniendo en cuenta que el menú no es apto para un paladar tan exquisito como el mio y que segur ... Te pasa algo?


- Perdona un momento - El sonidito del violin le daba vueltas la cabeza, raspaba en sus tímpanos y se los hacia sangrar, no literalmente...pero le vibraba hasta la garganta de odio. Se cogió de la silla para no saltar a partir el instrumento en dos.

Tras un rato se cansó. Se levantó y cogió al pequeño hombrecillo de la pajarita se la arrancó y le gritó: - TE QUIERES CALLAR DE UNA VEZ?! No sabes que lo haces fatal!


Rosalie se carcajeó con gusto, haciendo que todos la miraran, no solo por su espléndida belleza, sino por el sonido angelical que salía de su boca. Aplaudió el gesto de Leah y vió como la belicosidad contenida de ésta salía en forma de puñetazo. Le tiró el dinero a la cara al camarero y la cogió de la mano haciendo que se levantara.

- Quédate con la vuelta flacucho, te hará falta para comprarte una cara nueva.


Rosalie continuaba riéndose, sin acordarse en realidad de lo que le había hecho tanta gracia.

- Joder...que porqueria de sitio. Recuerdame que no te traiga jamás.


- No hará falta. La próxima vez te llevaré a un sitio mejor, y a ser posible...sin alimentos de por medio.


- Joder rubia, esto es complicado. Vamos, te llevaré a casa. - Esa frase se convirtió en aire nada más salir de su boca. Estuvieron horas paseando, mirando el cielo sentadas en el cesped, pendientes hasta de la lluvia que comenzaba a caer humedeciendo sus cabellos y sus rostros.

Leah se acurrucó contra el árbol tocando sin querer la mano de Rosalie que le giró la cara nerviosa. Sus ojos decían mucho más de lo que debían; se concentraron prácticamente en el espacio entre sus cuerpos y no en quien pudiera encontrarlas perdidas en el bosque. Sin más compañía que ellas mismas, los animales y su instinto amenazante.

- Y se sintió nube rapaz, grande y dorada. Pálida de frio escarlata... - recitó. - Lo he escrito yo.


- Estas hecha una poetisa. - Rosalie se inclinó para dedicarle una sonrisa de las suyas, de esas que derretirían hasta el corazón maltratado de Edward. A lo que ella no pudo resistirse. Se le antojó una frase de película, que hiciera juego con su novela propia. Era la amante de Rosalie Hale.


- Creo que no es por la escritora, sino por su musa. - Las dos se quedaron un momento en silencio, reflexionando. Quiza pensando en la manera de que nadie jamás volviera a preguntar, o el momento de decir cualquiera palabra, o si debían suspirar. - Dime que ha sido bonito.


- No me gustan esas cosas. Emmett apenas lo hace, y yo prefiero que no pierd...


- Ya salió el picapleitos cabron.


- Ohh! perdoname por estar enamorada! - ironizó Rosalie con desprecio.


- Pues no debes estarlo mucho si estas aqui conmigo. Deberias empezar a mantener tu boquita cerrada.


- Y tu a no interrumpirme! No te enseñaron educac..


- Muchisima... - Leah hablaba casi siempre irónicamente, algo que le molestaba a la vampira con inmensidad, era de las personas que le apetecía que se hablara en serio, y sino sería ella la que sarcásticamente dulcificara una discusión. Siempre quería tener la última palabra.


- Te he dicho que no me interrumpas


- Y yo que te llevaría a casa y en cambio sigues aqui dandome la puta tabarra. - Rosalie se levantó para marcharse, olvidando que las dos eran capaces de moverse casi a la misma velocidad, por lo que la sujetó de nuevo para aplacarla. - A donde te crees que vas, rubia?


- Sueltame - amenazó


- Porque tu lo digas.


- Exacto - Ella se zafó de las manos que le apresaban con una mirada descortés, era todo lo que podía decirle. Se abrochó el primer botón del cardigan y se movió por el bosque sin dejar rastro. Leah la alcanzó y la tiró al suelo saltando sobre ella.


- Vamos rubia, se que lo estas deseando.


- Apártate de mi. - dijo apartándola de encima. Se le habian manchado los pantalones, eso no se lo perdonaría jamás. Poniéndose de pie con celeridad habló casi con la misma prisa - Me quieres decir como explico esto yo ahora? Huelo de un modo realmente asqueroso.


- Y yo! Pero que te has creido, que me van a dar un premio nobel porque se me ha impregnado tu aroma a chupasangres?


- Van a saber que he llegado solo porque huelo a perro mojado! Y todo por tu culpa! - Gimió - Clearwater...no te vuelvas a acercar a mi de esa manera.


- Ni de ninguna otra, Hale. - Cada una se fue por su lado. Aparentemente enfadadas, cruzaron el bosque hasta sus casas, eso era lo que más deseaba en ese instante. Por un momento pensó que quizá le hubiera hecho daño, y que realmente nunca la vería pasar, ni la sentiría nunca más. A lo mejor era lo que más le apetecía, pero no podía negar que le gustaba todo aquello.


Nada más llegar a casa se duchó unas dos o tres veces y se cambió con algo más apropiado. Dejó su ropa sucia en la lavadora con mucho jabón para paliar ese olor a perro. No solo le asqueaba sino que podía atraer las preguntas esas iensperadas de las que tanto hablaba y sobretodo, en parte, temía. Las de Edward...desde luego.

Tras una pequeña bronca de Esme acerca de los apartos eléctronicos en la casa y de unas cuantas risas de Alice, se dejó caer en la cama de su habitación rendida, mucho más cansada de lo que había estado nunca, intentó averiguar si solo se trataba de una sensación o de si de verdad le había contagiado algún tipo de espíritu y podría dormir. Realmente no lo vió posible asique se puso la televisión y se entretuvo con un documental de serpientes.

En el momento en que la anaconda se tragaba su cena de la semana, sonó su teléfono movil. Emmett, que se encontraba a su lado dando pelotazos al techo, dió un respingo y soltó su pelota de tenis del susto.

- Deberias tener un poco más de reflejos, cariño - Rosalie le dió un beso alegre.


- Estaba concentrado en no cargarme el piso de arriba. - Ella rió - No me gustaria que mama viniese a sellarnos el cuarto y luego decir que no hay más habitaciones...


- Te preocupas demasiado por la decoración


- Me preocupa que me obligue a dormir con Jasper y a ti con Alice. Jasper da patadas cuando sueña.


Con una enorme sonrisa cogió el teléfono de la mesilla y le dió un un codazo cariñoso a su marido. - No seas tontorrón. - Leyó el mensaje con calma, esta vez sus facciones continuaban inmunes y tranquilas. Era Leah de nuevo, ¿disculpándose? Al menos ese "Oye creo que te has dejado una cosa en mi bolsillo" sonaba a disculpa..."En fin..." pensó.


- ¿No vas a decirme quien te manda tantos mensajes?


- Un admirador secreto.


- Ohm...Y como se llama, lo digo para partirle la cara un día que me aburra.


- Dudo que te aburras tanto. - La anaconda de la televisión dormía placidamente mientras la filmaban. A veces se sentía asi, espiada...como si estuviera mirándole un enorme ojo que juzgara todas sus acciones. Pensó que era algo así como una conciencia.


- Como quieras... - Emmett se sintió ligeramente ofendido, sobretodo porque le estaba prestando más atención al plasma que a él, cuando sabía que aquellas situaciones le encantaban, sobretodo cuando planeaba como destrozar las vidas de unos pocos simplemente paseando de la mano de su esposa por las calles de Forks. - Te pasa algo?


- Que tendría que pasarme.


- Pues que no dices nada, pareces enfadada.


- No lo estoy... Mira, pero que asco, ¿como hace eso? - Ahora era una serpiente regurgitando la cáscara de un huevo. Una dorada y encantadora serpiente que secuestraba los huevos de otras serpientes o de otros animales para absorverles la vida. No debía de haber dicho eso, porque ahora se sentía mucho peor que cuando le parecía ser anaconda vigilada.

Cambió de canal esperando que eso la tranquilizara.


- No sabia que le tuvieras tanto asco a las cáscaras de huevo. Se que no te gustan pero esa no es razon para discrminarles - dijo Emmett divertido - Me gustan las serpientes, son simpáticas, no?


- Prefiero ver algo menos pecaminoso.


- Ese rollo de la biblia es muy raro, Carlisle me lo contó no se que día...lo de la serpiente y la manzana, y la Eva esa...A mi digan lo que digan, me recuerda a Alice - Rosalie rió con ganas - Que si..., ¿Has probado a decirle que no a probar algo nuevo? La serpiente era caperucita en comparación la lobaaa...uhhh uhhh - Emmett imitó a un fantasma.


"Pero que narices pasa hoy? Porque todo me recuerda a esa estúpida ...ehm...loba feroz?"

- Pues no se, yo pienso que es solo una metáfora. - Sin duda esta conversación no le estaba gustando nada.


- ¿Una tia que se come una serpiente que sabe a mazanana? Yo tambien lo pienso. - Era imposible tomarse nada en serio con él, cada instante que pasaba era mejor, y cada segundo era más inspirador. Realmente parecía que incluso lo entendía de esa manera, era increible sentirse así. Esto no lo cambiarían ni mil Leah's.


- Cariño, creo que era la manzana la que se comia, no que la serpiente tuviera ese sabor.


- Entonces la serpiente que pinta ahi?


- Es el tránsito entre el pecado y el pecador; el que te dice: Hazlo.


- Que haga el que?


- Comerse la manzana, cielo.


- Ahora lo entiendo todo. - Rosalie pusó cara de no entender nada, se había dado cuenta de lo que había hecho con Leah, de todas esas sensaciones nuevas que comenzaban a crecer en ella...? Sus ojos le indicaron que siguiera con la explicación, su mano pareció temblar. Emmett parecía un erudito ahi postrado, colocó sus brazos detras de la cabeza y se apoyó contra la cabecera de la cama - Mi madre me obligaba a comer manzanas, el señor de la biblia tenia muchisima razón. Las mujeres te obligan a comer manzanas...y además recuerdo una serpiente en el granero.


- Cielo, es una metáfora, no hay que ..., no importa. - "Que sea feliz pensando en las serpientes con sabor a manzana de caramelo..." Le dió un beso y se tumbó a su lado, volvió a poner el documental de serpientes. Esta vez, una serpiente del desierto se abría paso entre las dunas. Sin duda eso acabaría ocurriendo. Saldría de todo ese embrollo como solo una Hale podía hacerlo.

¿Eso queria decir que tenía que recurrir a Jasper?

domingo, 8 de junio de 2008

Nubes dispersas II

Capítulo 2. Desaire

Se deslizó en el poco espacio que pudo obtener hasta alcanzar el teléfono movil. Su sonrisa delicada continuaba en su rostro, alejando las manos de su amante, cuya desnuda alma, ofrecia sus caricias con elegancia.

- Deja eso, ya volveran a llamar - Emmett sujetaba su pantorrilla con deseo, deslizando sus dedos entre sus piernas.

- Espera un momento, seguro que no es nada. - Ella insistió aunque con disgusto y volvio a soltar sus dedos rápidamente. Los dos rieron cómplices.

- Por eso - Él se avalanzó sobre ella en un rápido movimiento aprisionando entre sus manos el pequeño cuerpo de Rosalie Hale. Ella suspiró acercando sus labios a los de él. - Solo uno - pidió con ojitos tiernos.

- Solo uno - Él acercó su cuerpo más, si cabe, y posó suavemente sus labios en los de su amante.
- Ahora dejame mirar quien es. - Su rostro fue cambiando de expresión poco a poco, su sonrisa fue desapareciendo y sus ojos entornándose. No comprendiendo el comportamiento, Emmett acarició la mejilla de Rosalie con dulzura, esperando una respuesta.

- ¿Es tu factura de telefono? - bromeó - ¿Hay cinco ceros?

La voz de Rosalie parecia salir atropellada, como nunca antes pudo haberlo hecho, su cuerpo permaneció casi inmovil, mientras meditaba una solución...Se sintió como si estuviera en un examen y tuviera el verdadero o el falso en la punta de la lengua, pero en este caso, no habia respuesta correcta. Emmett comenzaba a preocuparse. Alzó sus cuerpos rápidamente para que pudieran permanecer sentados sin apartar la vista de sus brillantes ojos dorados.

- Eh... no es nada, publicidad, ya sabes...

- Has puesto cara de no existir tu color favorito - Rosalie sonrió con dulzura, despúes de todo, siempre conseguia animarla, con ese tono de voz festivo y esa incitación interior a ser feliz.
Un abrazo profundo fundió sus sentidos, aferrándose fuertemente a su cuerpo quiso llorar desconsolada, pero al mismo tiempo tambien poder reir sin preocupación.
- Estoy seguro de que el rosa seguira dominando el mundo de Barbie, pero por favor, no llores... - pidió.

Rosalie dejó el teléfono sobre la mesita de noche y salió fuera del cuarto indignada; mientras, Emmett se quedó observándolo queriendo ver exactamente la razón del enfado de ella. De fondo pudo oir una discusión en el salón: Rosalie gritaba, y Edward, y Bella..., no se imaginaba lo que estaba pasando; decidió dejar de lado el móvil apartando cualquier idea estúpida de su mente y bajar a ver que ocurria.



- ¡¿Pero quien te has creido para meterte en mi vida?!

- ¡¿Que....te has vuelto loca?! - Bella detenía las manos de Rosalie constantemente, aunque solo le daba pequeños golpes. Edward intentaba obstaculizar los movimientos a su hermana, pero no la hacían caso, ninguna de las dos. - Suéltame Rosalie, te haré daño si no me sueltas - No era un imperativo, era una advertencia. Controlar su fuerza era muy complicado, a pesar de que hubiera pasado más de un año, sus instintos seguían a flor de piel.

- Rosalie, Bella!! Estaros quietas! - Ni siquiera Edward, que luchaba por separar las manos de las dos, pudo reaccionar ante esto. Bella, literalmente, se estampó contra el piano haciéndolo añicos. En un instante las uñas de Bella crecieron y de un salto se avalanzó contra su contrincante con una ira indescritible.
Rosalie dió un ligero respingo sorprendida, retrocedió un par de pasos pero enseguida la otra le alcanzó.
La agilidad que había adquirido Bella tras su transformación no tenia comparación a la de Rosalie, sus manos iban mucho más rápido y por supuesto, varias heridas en su rostro asi lo demostraron. Esas uñas eran como diamantes, podían cortarlo todo.


Emmett alzó una ceja al ver tal panorama, dos figuras desdibujadas que estaban apunto de destrozar el salon de mamá: eso era el pecado original. Esme se pondría furiosa. Muy furiosa.
- Olvida a Esme y dile a tu novia que suelte a la mia. - Los dos se miraron algo molestos, Edward con el gesto torcido, se aburría de todo aquello, sintió ganas de meterse también en la pelea, pero eso sólo le acarrearía más problemas y crearía conflicto entre los cuatro. Lo meditó unos segundos mientras su hermano hacia lo propio con las chicas.

- Oye...venga...ya vale. - Emmett se interpuso entre las dos como pudo esquivando varios golpes y arañazos, pero Bella le colocó las uñas sobre la garganta.

- Un centímetro más putita y te mato... - amenzó Rosalie con aires de superioridad. Tanto la una como la otra estaban preparadas para saltar enseguida, al mínimo movimiento una de las dos caería sobre el suelo y perdería.

- Se acabó! - Edward cogió a Rosalie por detras, sujetandola fuertemente, ella se resistía con golpes y arañazos, prácticamente a mordiscos. Emmett bajó despacio la mano de Isabella, con una sonrisa sardónica.

- Lo siento, Emmett...no queria... - Ella hubiera enrojecido de haber podido, sus ojos volvieron a su color normal: dorado claro, olvidando la oscuridad a la que estaba sometida hace tan solo un segundo - Ultimamente tengo un poco de mal caracter.

- Tranqui, otro día si quieres, bueno, nos peleamos, pero no es buen momento. - Los dos rieron bastante más contentos que el novio de ella, quien todavia lidiaba con la joven rubia.
Un golpe seco sonó en la habitación, acompañado de un grito delicado. Emmett se dió la vuelta rápidamente tras darse cuenta de lo que ocurría, se colocó frente a su hermano protegiendo a Rosalie entre sus brazos.
- ¿Tienes ganas de morir o que? - Emmett le empujó con una de sus manos. El otro intentó esquivarle, aunque no acertó llegando a tambalearse.

- Pues que se esté quietecita. - Rosalie se encogía en el cuerpo de su marido intentado acertar a pensar lo que acababa de ocurrir.

- Vuelve a ponerle una mano encima si te atreves.

- Ella fue la que vino aqui agresiva y desquiciada.

- No la toques, Edward, o tendré que olvidar que eres mi hermano.

- Entonces yo tendría que olvidar que ella es mi hermana...que tenga cuidado también. - La conversación se estaba tornando en desaires y malestar. Bella se habia tranquilizado y abrazaba a Edward deteniéndole. Cogió su mano y la besó sin más.
- Por favor... - le susurró al oido - Ya esta bien.

- ... Ed...Edward... - susurró triste.

- Lo siento, Rosalie...estabas un poco nerviosa. - dijo sin vacilar.

- Será mejor que nos vayamos a tomar el aire, eh Rose? venga... - Emmett la acunó entre sus brazos mientras se la llevaba hacia la puerta principal.


* · * · *


Leah se ponía nerviosa. Llevaba como cinco horas esperando una respuesta. Miraba su movil cada cinco minutos, no habia cenado ni siquiera.
Dos ligeros golpes en la puerta hicieron que cambiara de cara instantaneamente.
- Que pasa mama? - Sue entraba con una bandeja llena de comida. En verdad no tenia demasiada hambre, pero si apreciaba un filete con patatas.

- Te traigo la cena, a lo mejor...estabas enfadada por algo y querias contármelo... - Sue dejó la bandeja sobre el escritorio, el lugar donde en teoria, debería estar estudiando Leah. Instintivamente escondió el teléfono bajo la almohada.

- No hay nada que contar, solo tengo un poco de sueño. - Se recostó sobre la cama donde se encontraba, dándole vueltas de nuevo al mensaje que le habia mandado a la vampira. Se habia atrevido a hacerlo.

- Seguro que no quieres cenar?...

- No mamá, no hace falta - contestó con la voz atascada por la almohada.

- Habia preparado un maravilloso pastel de manzana...en fin...tendré que tirarlo. - dijo Sue con ligero sarcasmo llevándose la bandeja de comida.
Ya estaba saliendo por la puerta cuando Leah se levantó como un rayo a su lado.

- NO!! Eso es pecado mama! No se tira la comida. - Con una sonrisa cogió la bandeja y la metió de nuevo en su habitación - Me la comeré.
Sue recibió el beso de su hija con cariño. Cerró la puerta para darle más intimidad y se perdió en la cocina haciendo lo que todas las madres hacen entre esas paredes. Seth la observaba animado zampándose el resto de la tarta.

Pero en su cuarto, Leah era otra persona. Sus ojos lloraban sin ánimo, reian sin ganas, sufrían por todo.
"Quieres contestar?!" pensó.
"Y porque iba a contestarme a un mensaje...sere...imbecil" Le daba golpes a la mesa como si tuviera la culpa, clavó el tenedor en el filete y se lo metió casi entero en la boca. Mientras comia no podía hacer otra cosa, normalmente hablando; pero su situación no era del todo normal.
Sus ojos se cerrarón mientras tragaba y al mismo tiempo retenía las lágrimas de nuevo.
"NO!...Claro que ella no me vencerá"

De pronto un bip-bip, la hizo saltar sobre la almohada de su cama. La apartó con brusquedad tirandola sobre la mesilla de noche, ésta se estampó contra el despertador que cayó sin remedio contra el suelo.
Leah lo observó con una sonrisa enorme y profunda. Saltó de alegria cuando vió el remitente del mensaje: Rubia



"Ers tnta?N m scribs.Ksi mato a Bella x t culp.Xq iba a qrer qdar cntg?M dria asco olert"



Leah muy cabreada pensó rápidamente.
- Has dicho que no te escriba, no que no te pueda llamar... - Le dió a la tecla verde y esperó el tono...seguramente no se lo cogeria a la primera, pero pensaba pasarse la noche asi.


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- Vaya rubia, sabes darle a la tecla de responder.

- Niña, cuelga ahora mismo - Desde el otro lado, Rosalie susurraba evitando que se dieran cuenta de con quien estaba hablando. - No quiero hablar contigo, el mensaje era muy claro por si no lo entendiste.

- Mira zorrita, voy a esperar junto a tu puerta si es necesario, y oleras mi asqueroso aroma a distancia.

Rosalie no respondió, quizá meditaba la respuesta. La otra calló esperando.

- Pues tendré que soportarte a distancia. - Colgó sin esperar respuesta ninguna provocando el enfado de Leah
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Volvió a llamarle repetidas veces, pero esta vez nadie contestó. Pasaron varias horas hasta que el mensaje de "Esta apagado o fuera de cobertura" se introdujo en su oido. Apunto estuvo de golpear el teléfono, tirarlo contra la pared y destrozarlo llena de ira, pero lo pensó mejor, despúes de todo, el no tenia la culpa de nada.

- Ésta cae...

miércoles, 4 de junio de 2008

Beso Agridulce

Estaba segura de que habia hecho lo correcto, pero aún asi se sintió desfallecer en esos segundos. Un principio de nauseas le revolvió el estómago, aquello le producian sentimientos contrarios: queria reir y llorar todo al mismo tiempo, saltar de alegria y desfallecer, esconderse...Para Bella habia llegado el momento de comprender en términos reales su decisión.

Sus ojos se cerraron fuertemente en un excusa del dolor que le destrozaba por dentro; casi no recordaba el momento en el que por primera vez lo sintió: una punzada como de cristales incrustados en sus venas, un escalofrio lleno de un sudor, notar como su sangre fluia despacio fuera de su cuerpo casi placenteramente, podía sentir el lugar exacto por donde se encontraba ese tumulto áspero y jugoso. Y sobretodo ese olor tan penetrante en su pituitaria. Mareada quiso susurrar su nombre...pero le fallaban las fuerzas incluso para mantenerse despierta.

Los últimos segundos de su vida y los primeros de un futuro cercano; pero parecía tan lejos como el infierno. Una espesura ardiente en su piel y un cuenco de hielo sobre su frente, creia delirar, era fiebre, era todo mal...A pesar de tener la vista apartada de cualquier punto en concreto, su imaginación hacia el resto. Un miserable punto en la pared podría transformarse en el peor enemigo de su cerebro, un monstruo sobresalia de sus ojos, un llanto eterno que no deseaba que continuara más. Quiso morir.

Necesitaba encontrar su garganta para poder gritar, sus manos para tocar el principio y el fin de aquella sentencia, separar su cuerpo de su alma, acabar cuanto antes. Quiso morir.

Su cuerpo pedía auxilio sin necesidad, sus músculos se contraían y se enderezaban con demasiada fuerza. Estaba sufriendo un colpaso nervioso, la tensión de su mente era mayor que la de ella misma pudiera soportar, aquello pretendía ser el fin de todo. Quiso morir.

Tres. Tres fueron las veces que se dijo a si misma "Bella aguanta" y tres las que su estado mental fallaba y se desmoronaba en las esquinas de su imaginación. Cuatro, los que pidió ayuda a voz en grito. Cinco, los minutos que le costó volver a "vivir". Seis fueron las veces que gritó su nombre entre los sueños y el indeseable terror.

Él no pudo aguantarlo. El olor, las ganas, el deseo...sus sentimientos se mezclaban con su hambre, su sed. Su agonía se prolongaba a medida que ella se retorcía entre las sabanas.
Con prisa salió de alli en cuanto pudo, con el gesto triste y cansado. Sus pies le dirigieron al salón, donde sus hermanos y su madre sentados, esperaban una respuesta.

- No hace más que gritar - Rosalie se levantó del sofa y cruzó los brazos algo enfadada con intenciones de marcharse - Es escalofriante...

Ignorando a su hermana, Edward se sentó junto a Esme, quien le abrazó con la ternura de una madre,
- Carlisle no cree que debamos sedarla...pero lo necesita, esta sufriendo demasiado...

- Yo tampoco lo creo

- Cállate Rose, esta conversación no es contigo - Esme les miró con recelo, esperando que acabaran de discutir, cogió de la mano a Edward y la acarició para tranquilizarle.

- No quiero callarme. Parece que todo tiene que ser por ella. - gritó - A ella la sedamos, a ella se lo damos, a ella se lo entregamos... No soy su esclava.

- Calmate hermanita - dijo Alice acercándose a ella, Rose la esquivó delicadamente apartando su mano de su hombro.

- Porque? - Ella miró de un lado a otro esperando que alguien la apoyara, sus ojos se iban posando poco a poco en cada uno de los miembros de su familia - Esque no lo entendeis...si la sedamos no sabrá lo que es el dolor de esto, lo hará con todo el mundo.

Emmett se rió y la atrajó hacia si sentándola sobre sus rodillas.
- No seas teatrera nena, nadie va a hacer nada de eso. - Un beso en la mejilla acabó con la conversación, ella no pudo evitar sonreir.

Esme abrazó a Edward con cariño, acariciando su rostro con dulzura.
- Ya queda poco.


. . .


Abrió los ojos de nuevo parpadeando varias veces, como si estuviese en duda de que seguía viva. Oyó un leve susurro y suspiró con una sonrisa: Por fin, habia acabado todo.

- Bienvenida.

- Edward! - Saltó a abrazarle tan rápido como pudieron sus brazos y sus piernas reaccionar. Por primera vez no sintió su piel helada bajo su tacto de fuego aparente.
El mundo se movía diferente, a una velocidad que no conocía. Los colores nunca eran iguales, ni los olores; todo parecía haber cambiado.
Lo que antes le parecía una casa silenciosa y tranquila, ahora estaba llena de sonidos desconocidos.

- Te acostumbraras muy pronto.

- Esto es...

- Diferente?

- Especial. - Sus piel no se tornó rosada como normalmente hubiera ocurrido al mirarle de esa manera tan tierna. Sintió un poco de miedo de si misma, como una nube de ligera vergüenza, sin embargo, por primera vez en su vida, se sintió orgullosa.

domingo, 25 de mayo de 2008

Nubes dispersas

Capítulo 1. Coincidencias

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vio, casi un año; un interminable año desde que sus ojos se cruzaron, que su boca alzara un canto en forma de saludo, y sentir su olor...un eco en su mente le recordaba todo sin parar, su cuerpo se estremeció.

Como si de un sueño se tratara, cerró los ojos intentando apartar de su cabeza tales imágenes, seria peligroso si alguien se enteraba...no deseaba tener que discutir ni disculparse.
Vio como sus compañeros la miraban y se reían...se burlaban de sus sentimientos, tal y como ella había hecho..., en su cabeza se concentraron las palabras, los gestos..sus andares. Pensó que se volvía loca.

Quiso gritar con toda la fuerza que guardaba en sus pulmones, una rabia inextinta que le resbala por la garganta y le llegaba al corazón y al estómago, sintió nauseas...¿Porque estaba ocurriendo aquello?

Decidió salir de allí lo más rápido posible, como una lanza cruzó la puerta de su cuarto, se atavió con una camiseta blanca bastante sucia y los primeros pantalones que encontró, ni se fijo en los calcetines, ni en las zapatillas rotas...Igual que había entrado salió, dejando atónitos a Seth y Sue que charlaban en el salón.

- A donde vas? - oyó justo cuando cruzaba el umbral de la puerta. Leah no contestó, arroyó sin temor las macetas de la entrada y se dirigió hacia su moto. Evitando toda precaución no quiso ni ponerse el casco, necesitaba huir cuanto antes.

"Maldita seas...Maldita seas..." pensó.

Cuando ya estaba lo suficientemente lejos para creer que se podía detener, estaba metida hasta el cuello en un aprieto. Su mala suerte se acrecentaba por momentos y sus nervios también.
"¡Mil lugares en el mundo, y esa zorra tiene que venir a este!" - se gritó interiormente. Quizá intentaba paliar su dolor insultándola, aunque no sabia si eso le haría más daño o más fuerte. Sin embargo, su testarudez le ordenó que se bajara de la moto, que se acicalara como un gatito mimoso y se dirigiera hacia la misma tienda que Rosalie Hale.

Una librería es el lugar perfecto para entablar una conversación, ¿Cual es tu libro favorito? ¿Que estas leyendo ahora? ¿Te gusto? ... "Oh si...perfecto"
La siguió con la mirada entre las estanterías, en parte queriéndose ocultar y queriendo dejarse llevar por la emoción interior que estaba sintiendo.
Una sonrisa se dibujó en su cara, casi plastificada por el horror y por la dicha; un empleado de la tienda se acercó pero ella le esquivó como una serpiente; pasado el primer obstáculo, tenía que llegar al segundo: Dar la cara.

- Vaya rubia, no sabia que las sanguijuelas supieran leer. - Rosalie la observó por encima de sus pestañas sin soltar el libro abierto que sostenía en sus pétreas manos. - Vaya que aplicada, Alicia en el país de las maravillas...

- Eres una maleducada, ¿Lo sabias?

- ¡Ja! - sonrió con maldad - Hablemos de educación...

- No necesito hablar contigo - Leah pestañeó algo confusa, sacudió la cabeza y se colocó entre ella y la estantería. - Estoy segura de que si quieres.

- Que no necesite hablar no quiere decir que no pueda gritar - Rosalie no se extrañó lo más mínimo de ese comportamiento, no se inmutó, ni tampoco quiso sentir nada, sin embargo su primera reacción fue de distanciamiento, un flash back le sinceró lo que podría ocurrir...se acordó de Royce: giró la cabeza evitando esos negros ojos tan profundos que casi llegaban a hacer daño, aún sostenía el libro, y aunque no pretendía usarlo, estaba segura de que Leah lo preveía. Sus palabras salieron algo torpes
- Emmett está...

- No me importa donde esté tu novio, rubia... Quiero hablar contigo.

- Si dejas de aprisionarme contra los libros te lo agradecería, aunque a ti no te lo parezca, quizá Emmett pueda pensar que tu actitud, aunque inesperada, es producto de...

- Para, para... no entiendo nada de lo que dices - Leah comenzaba a impacientarse, nadie le alteraba más que ella, más que su recuerdo o la distancia entre sus cuerpos. Más que Sam y Emily...NADA. - Habla en cristiano, rubia - dijo con un ligero tono de desesperación.

- Primero, deja de llamarme rubia, ¿Te gustaría que te llamara a ti...morena?

- Vale, rubia... - Rosalie suspiró dándose por vencida. Leah rió divertida - ¿Y segundo?

- Segundo, aléjate de mi lo mínimo catorce kilómetros, espero que eso si puedas entenderlo. - Apartó una de las manos que Leah apoyaba contra ella y se alejó unos metros. No estaba dispuesta a juntarse con ese tipo de personas.

Los ojos de Leah ardieron llenos de rabia, haciéndose la fuerte apretó los puños intentando controlarse y poder comportarse como una persona normal.
"Aquí no joder..."
Respiró como pudo sintiendo su corazón a mil por hora, sentía una ligera fiebre en su columna vertebral, quería odiarla con todas sus fuerzas. Quiso insistir, una vez más.

- Rubia para...espera... - Rosalie cansada le lanzó una mirada de esas que matan, por si todavía la pequeña Clearwater no entendía el mensaje - Joder...perdón...esto…Rosalie. - Su voz salió suave, como una caricia, ni ella misma se lo creyó. Eso sorprendió bastante a su contrincante, quien la miraba con expectación como si esperara que en ese momento cayera de rodillas con un ramo de flores y un anillo de compromiso. La vampira sonrió curvando sus labios enigmáticamente y Leah se acercó, como si fuera a comprobar que esa sonrisa era para ella.

De pronto una mano grande se posó en su hombro apartándola con apenas un movimiento. Ella se giró con algo de vergüenza, pero con descaro olvidando su pretendido ascenso a las alturas de los labios de su diosa Hale.
- Ah...vale, lo he cogido, rubia

- Es una lástima, perrita, que esta rubia sea mía... - Emmett se colocó delante de Rosalie, como si quisiese protegerla con su cuerpo, lo suyo era una amplia sonrisa de triunfo, cruzó los brazos y se mantuvo quieto mirándole a los ojos.

- ¿Que me has llamado rata de alcantarilla? - Saltó Leah casi a voz en grito. Todos los que se encontraban en la tienda dieron un respingo asustados, se giraron hacia ellos, viendo como la joven Clearwater perdía los papeles.

- Vamos niña, vete a casa... ¿No querrás transformarte delante de todos, no? - Contestó él irónico a la vez que le daba la espalda.
Leah se moría por hacerlo, por despedazarle con ganas y llena de furia. ¿Perrita? No sabía con quien se estaba metiendo, desde luego que no.

- ¿Que pasa, tienes miedo? - Emmett volvió a darse la vuelta y se detuvo justo delante de ella, por lo menos había como 20 centímetros de diferencia, cualquiera creería que seria capaz de darle un bofetón y romper a la chica en dos. Pero entre ellos sabían que necesitaban algo más que un puñetazo para tumbarse.

- Dime día y hora.

- Oh por favor! Emmett, no seas crío - Rosalie salió en su defensa separándoles con las manos, intentando sobretodo no tocarla a ella. Con el alboroto, el dueño de la tienda apareció a su lado balbuceando algo asi como que solucionaran sus problemas fuera de allí. Rosalie le sonrió como ella sabia entregándole el libro que ya no tenia ganas ni de tocar - Vámonos de aquí - le ordenó a Emmett.
Él la cogió de la cintura y giró la cabeza para mirar a Leah, sonrió despiadamente mientras le hacía un gesto obsceno con la mano.

"Cabrón con suerte..." pensó. Estaba ensimismada en sus pensamientos al tiempo que una voz le hablaba, no quiso ni oírla, estaba mucho más pendiente de hacia donde iban las manos de aquellos dos, que casi no podía ni observar...Solo de fondo su coche rojo tan llamativo.

- Eh? - dijo algo atontada.

- Que si te encuentras bien - dijo el dependiente - Ese chico podía haberte matado, muchacha, ¿En que pensabas?

- Eh no... Que va...solo estábamos hablando.

- Con esos insultos...vaya...

- Es que somos amigos...si....la confianza da asco - Y tenia toda la razón, daba asco sentir confianza con sus compañeros, que le robaran su más estricta intimidad, sus pensamientos, sus ilusiones y sus sueños...sobretodo que la confundieran como hacían. - Me voy.

Salió de la tienda dejando atónito a todo el personal, se miraron unos a otros alzando los hombros, no comprendiendo ni la mitad de lo que allí ocurría. No se peleaban por una chica, ni siquiera se peleaban. Era la lucha por la supervivencia...Ella tenia que ser suya, cuanto antes, aunque tuviera que matar al grandote.
"Si, eso haré..." Mientras conducía a toda velocidad hacia La Push, se dio cuenta de varias cosas: Todos se enterarían de lo que ocurría y por supuesto los Cullen también; y encima de todo aquello, tenía que ser capaz de hacer algo importante.



Se detuvo frente a la casa y esperó unos instantes por si cambiaba de opinión. No le pareció en absoluto una prioridad, pero debía hacerlo...por lo menos para estar más tranquila. De cualquiera de los modos no podía cruzar la línea, y mucho menos para lo que pretendía hacer...

Finalmente se acercó hasta la puerta y tocó el timbre. En ese momento, los segundos entre la reacción humana y el llegar a abrir le parecieron interminables, tenía muchísima prisa.
Un hombre vestido de uniforme le saludó como era habitual, ella sonrió con displicencia a pesar de que él parecía muy contento de verla.

- Charlie, ¿Está Bella en casa?

martes, 13 de mayo de 2008

Cuando Norit Encontró a Rosalie o Una Historia a través del Espejo

Un triángulo amoroso se define en el diccionario como la relación sexual entre tres personas, de las cuales, al menos una no se ha enterado de la existencia de la primera...y asi sucesivamente a medida que va creciendo la figura geometrica.
Ese dia no necesité ningún diccionario para darme cuenta de que lo que yo pensaba un triángulo, podria haber llegado a ser incluso un octógono.
¿Me mentiria a mi misma solo por orgullo?

Seguramente.

Despues de varios años haciéndolo, la rutina de teorias indescriptible que llevaba, no era ni la mitad de lo que hubiera esperado jamás...Aunque "jamás" precisamente, no era la palabra que utilizaria. Pensar y pensar, no hacia más que darle vueltas. Por que exactamente Ella era quien no esperaba, seguramente no habria manera de neutralizarla, es torpe y llamativa.
No me gusta la gente llamativa, siempre hace surgir el efecto contrario al que yo deseaba. Emmett la escuchaba, no tanto como a mi, pero podía llegar a comprender tres palabras seguidas sin dejar de mirarle a los ojos. Pero yo no. No podia aborrecerla tanto....No podia además darme esa impresión.
Todos parecían quererla, menos yo.

Acaricié si temor el libro que tenia junto a mi, ojee sus paginas, absorví su olor y lo retuve en mi cerebro...Olia a tinta y a imprenta, suave y fuerte al mismo tiempo, sentia en sus letras amor y odio, locura y cordura...la sentí a Ella.

"Alicia en el País de las Marvillas" Leí en su dorso con rapidez. Me encantaba, lo adoraba, era la espuma de mi mar...un objeto importante en toda mi vida: Quiza era un poco Alicia.

No...desde luego que no.
Yo era la Reina de Corazones. ¿Tan despiadada? ¿Tan irracional?

"- Eres una Princesa, tienes Castillo, Carruaje y Principe" - me decía Emmett, - Que más quieres? ¿Quieres ser la protagonista de su vida tambien?

- Si"

Quiero ser la protagonista de su vida, pero nunca de esa manera, y nunca tanto tiempo.
Solo una noche ... Solo una noche y no recordará ni su nombre. Lo único que hará será gritar el mio.

. . .


Ese dia me acerqué hasta su cuarto, la espié en sueños, y sabía que Edward se daría cuenta enseguida, pero nunca me negaria nada de esto; claro esta, a menos de que pusiera en peligro su ... debil... vida, por no buscar un epíteto mejor. No se porqué se me ocurrió tan tremenda idea, solo de recordarla me entra un escalofrio extraño cuando se acerca, cuando la oigo, me pone nerviosa, me alteran sus pasos.
Tampoco se porque toque el cristal de la ventana con mis dedos, ni porque sin querer quise besarlo en silencio. Solo quise respirar de su aire por un instante, un pequeño y microscópico momento.
Con toda la fuerza que me pude dar a mi misma salté dentro y me coloqué junto a ella, escuchando su respiración tan perfecta, que no parecia salir de sus pulmones.
Un torrente de sensaciones cubria su piel, era un bocado especial, un bocado que jamás me llevaria a la boca, y no por ganas, sino por lástima.

En una noche de invierno jamás dejaria la ventana abierta a proposito para que yo viniese a verla, ni sus padres acercarse y saludarme como una familia normal, ni siquiera pretender que ella me considerase como algo más.
Sentí algo de soledad entre mis dedos, incluso en mis rubios cabellos, sentí como se me derretian las ganas cuando de sus labios salió su nombre.


Cerré los ojos y dormí.










. . .













Desde luego que no habia dormido, solo estaba de pie como una idiota incompetente.
Lo que me parecieron horas no habian sido ni 10 segundos.
Suficientes para dejarme borrar imagenes que no debia de mi mente, cosas que de vez en cuando seguían provocando en mi naúseas matutinas. Me recordó a eso que decian de las embarazadas, especificaciones aparte...yo era incapaz de poder estarlo, ¿verdad?

Desistí de todo intento y retorné a mi postura habitual, sin toquetearme las manos y destrozarme la manicura nueva. Me senté a esperarle en el alfeizar mientras escuchaba el viento. Reconocí casi todos los olores de ese barrio, las cenas calientes, la madera, la lluvia, la sangre...Aún asi no conseguia olvidarme. No podia dejar de escuchar sus latidos impacientes, sus golpes de pasión en el pecho, como un tambor retumbaba...sonaba una cascada de dulce sabor en mi boca, un calor interno entre nervios y emoción. Y mientras tanto ... suspirando una manó toco mi pelo.

Sin decir nada torcí la cabeza para darle una oportunidad a mi asaltante. Aunque tampoco podria ser mucha gente...tan tarde y en la ventana de una casa...no era del todo correcto.

- Edward...me has asustado.

- ¿Que extraño, no?

- Ya me iba

- No hace falta, puedes quedarte. Ella no se dará cuenta.

Tenia ganas de decirle "Eso es precisamente lo que no quiero. Necesito que sepa que estoy aqui"


Una sonrisa algo maligna y de madrastra de Blancanieves se posó en mi rostro sin querer. ¿Como...? Me fallé de nuevo, no pude controlarme.

- Siempre me he preguntado que ocurriria si el padre de esta tierna criatura te viese aqui - dije colocando mis manos sobre la ventana

- Sabes lo que ocurriría

- Mmm...creo no estar segura del todo - Me dispuse a gritar con toda la fuerza de mis pulmones, con toda mi rabia, con ese dolor que tenia entre mis venas, en mi cuerpo, en mi carne. Era furia, toda ira. Todo por Él.
De un momento a otro me vi envuelta en un lio, sorprendida por unas manos fuertes que se aferraron a mi cuerpo al milímetro, como si conociera mis puntos débiles.

- Ya vale Princesa, esto no tiene gracia.

"Emmett" como no, el aplicado Principe venia a rescatarme de un error...de un tremendo error.
Se giró lo justo para ver la cara de susto de Isabella, que se cubría con las sabanas a pesar de estar completamente vestida. Quizá un efecto secundario de todas esas "espiaciones" diarias. Sus ojos como platos me dieron que pensar...
Sabia de que se extrañaba y sin embargo me hacia gracia, lo acababa de conseguir.

Isabella me habia encontrado en su vida, me habia incrustado, habia colocado esa brecha en su corazón. Cuando me desprendí de las manos de Emmett me acerqué en un instante. Era su vida o la mia, y yo decidí que seria la mia.


¿Porque?


En el momento en el que sus labios tocaron los mios, sentí mas frio que calor, sentí los celos de Emmett, sentí la debilidad de Edward, sentí las ganas de Isabella y sobretodo sentí vergüenza por mi comportamiento.

Pero sonreí entre medias del beso, por si le cabia alguna duda de que solo estaba jugando.
Cuando me separé me volvi a reir. Urgué con mis manos en su herida y besé a Emmett con ternura, y por si aún le parecía poco admiré con ojos encendidos a Edward. A él con solo un roce me bastó.

Era la protagonista de su vida, a quien jamás olvidaria. Ni Edward marcaría tanto su existencia, nadie la besaria como yo, ninguna mujer posaria su cuerpo junto al de ella, ninguna mujer como yo. Era la primera que tocaba su piel en la oscuridad.

- Sonrie Isabella, Hoy es un gran dia, ahora no eres de Edward, sin querer...eres mia. Tu mente esta conmigo.

Sabia que los demás habian desaprovado esa acción, pero desde luego no la ponia más en peligro de lo que podia estar. Bajaron la cabeza como si nada ocurriera, al igual que un sueño.


Cuando queria salir de ese sueño no hacia más que adentrarme, tenia cuerpo de viaje, debia marcharme inmediatamente de alli. Por casualidad me miré en el espejo y no vi a una princesa. Vi un monstruo, una hembra enfurruñada y maldita. Una inmortal despreciable.


- Podia haber sido peor.


Corrí con tanta rapidez como pude, pero al llegar a casa no me encontraba exausta, aunque me habria gustado mucho. Desearia poder sentir el cansancio y el agotamiento tan profundamente que llegara a quedarme dormida, pero mi cuerpo se negaba a escucharme. Un dia como hoy quise dormirme.

Emmett apareció junto a mi y aspiró mi olor en mi nuca. Yo cerré los ojos mientras una lágrima luchaba por salir de mi ojo, mientras mi soberbia la contraia en pro de ser aún más imperfecta. Quise arrodillarme y disculparme. Pero como todo...no hacía más que soñar y soñar.





Eso ocurrió delante del espejo del salón, mi vida dió un giro de 180 grados, porque en el instante en el que me aparté, un grupo de Rosalies corrian por la estancia despavoridas, asustadas, felices o afligidas.
Cada personalidad se dispersó de mi misma, sin saber quien es real y quien solo es mi imaginación...ni siquiera sabia quien era yo.
Pero mi reflejo contestó. Y por fin lo vi todo transparente, tan claramente expresado que debía de ser casi una pesadilla. Como iba yo a sentir y a hacer todo aquello!

La Princesa del espejo hablaba y parloteaba de todo lo que odiaba a esa muchacha....
Que imposibilidad!
Como puede alguien odiar a esta criatura tan...no se... No!
Esta claro, debí odiarla desde el principio, pero mi mente se negaba, no podia concordar ni mis palabras siquiera, no sabia que decir. Casi no escuchaba a mi reflejo.

No podía ser cierto...
Desde luego que no....

Suspiré y me aparté de allí lo más rapido posible, intentando recobrar la cordura que acaba de perder, que no sabia quien era era yo ni quien del reves!
"Ayudame...Ayudame..." me repetía...


"Disculpa?" quise preguntarle. Como puede afirmar tal aberración!! Amar a esa muchacha que no puede mantenerse en pie ni tres miserables segundos sin que le caiga algo a la cabeza? sin tropezar? sin insultarme con la mirada?

Es una enorme desgracia siquiera que exista.
De tan pura desesperación por no entenderme, partí en dos la mala suerte y rompí el espejo, destrocé con mis manos el cristal haciendo mas daño a mis manos que a mi interior que gritaba en rebeldía, mi reflejo murió.


¿Ahora adivina adivinador, quien es el inspirado y el inspirador?


Y aunque al día siguiente, ella me prometió amor eterno, y aunque fuera solo en sueños...


A grandes rasgos sabia, que mi yo verdadero, estaba encerrado ahi dentro.