martes, 22 de julio de 2008

Nubes Dispersas III

Capítulo 3. Y se sintió nube...

Estaba rodeada de maleza, las ramas se le clavaban en el cuerpo y las hojas le hacian algo parecido a cosquillas en sus brazos. Pero todo eso le daba igual. De un salto se agarró al arbol más cercano, la espesura de éste le escondía de la vista, pero sabía que si el viento soplaba del lugar equivocado sería picadillo en un instante.


Unos grandes y negros ojos asomaron por entre el alfeizar y un frondoso naranjo, Observaban algo, o mejor dicho: a alguien.

Una figura rubia disfrazada de ninfa ancestral se paseaba por la habitación con movimientos delicados e insinuantes, desplegando toda su pasión. Su cuerpo estaba envuelto en una seda de azul celeste, su cabello decorado con pequeñas flores que no acertó a reconocer, pero sin embargo; olian maravillosamente.

El aroma de la Gloria, del vencedor, del vencido...Ese aroma que detestaba tanto. Un aroma tentador y a la vez horripilante, le hervia la sangre y le inundaba de odio. Cuando volvió a posar sus ojos sobre su rostró le vió acercarse. Sus manos la tocaban con desfachatez; eso la ponía nerviosa, tensa. Se angustiaba y comenzaba a sudar. La ninfa se hacía ver diferente en público: arrogante, distante...malcriada!. Pero entre esos brazos las cosas eran diferentes.

Les observó un buen rato, con el ceño fruncido y los instintos al mil por mil, fue uno de los momentos en los que pensó que se volvía loca...


Él se marchó un instante, al menos lo vió cruzar la puerta rápidamente. Aprovechó y llamó a la ventana con urgencia. La hermosa ninfa se quitó su corona de flores y entornando los ojos se acercó hasta abrirle.

- Se puede saber que haces aqui? - le susurró enfadada - No...No deberias...


- Queria verte. - sentenció.


- Yo no quiero verte, y baja la voz, pueden oirnos - Leah se alzó hasta el borde y se sentó junto a la cristalera. Rosalie abrió mucho los ojos muy sorprendida. Sus pensamientos iban desde empujarla al suelo a contenerse e ignorarla.


- Sabias que estaba aqui, zorrita... o bajas o te arrastro de los pelos hasta donde a mi me plazca - Algo en ese tono le hizo ruborizarse. Le cautivaba su tono de voz, sus ojos negros, su profundidad.Sus cabellos estaban llenos de tierra y plantas, de escalar por entre los árboles, su camiseta sucia...No tenia nada que le gustara, solo esa insinuación volante.

Leah observó a Rosalie. Su cuerpo se transparentaba a través de la seda, sus ojos furtivos rodeaban sus cuervas y se posaban sobre sus largas piernas con descaro. Ella se cubrió con las manos, esa mirada no le gustaba en absoluto.

- No hagas eso, no me quites las vistas.


- No seas estúpida, perrita. Ay! pero que digo...si ya lo eres.


- Bueno...no has visto Tod y Toby? El perro y el zorro son amigos. No acepto un no por respuesta. Te quiero abajo en quince minutos.


- Treinta.


- No corras, vuela...y ponte algo sexy.


- Me pondré lo que me de la gana. - Rosalie cerró la ventana con desaire. Leah solo sonrió mientras bajaba por la planta.


. . .


Media hora despúes, bajaba por las escaleras de la casa intentando que la viesen todos. Sabía que así nadie haría preguntas, cogió las llaves de su coche y salió hacia el garaje. Justo cuando iba a meterse en él, se dió cuenta de porque no debía hacerlo. Emmett si que se daría cuenta e iria a buscarla por todo Forks; no quería llamar en absoluto su atención ahora mismo.


No pasó apenas un minuto antes de que las mujeres se encontraran. Leah la esperaba en los lindes del bosque, apoyada sobre el tronco de un enorme árbol del que apenas podía llegar a ver la copa.

La vió acercarse petulante. Tal y como ella quería que ocurriese. Le cedió un casco con una enorme sonrisa.

- De verdad piensas que voy a subirme a esto? - dijo Rosalie señalando la motocicleta de la otra.


- Perdona si no es ferrari - contestó con ironia tirando el casco al suelo - Su majestad también quiere una alfombra roja? Unos zapatos de cristal?...


- Si te vas a poner asi me vuelvo a casa.


- Que te lo has creido - Leah la cogió de la muñeca y la atrajo hacia sí con fuerza - Voy a besarte. - advirtió - Y no puedes hacer nada para evitarlo.


Ella susurró con tranquilidad.

- Puedo no corresponderte


- Lo haré de todos modos - Leah era más bajita que Rosalie, sin embargo apenas lo parecía cuando se acercó a sus labios. Su cuerpo respondió tal y como esperaba. Sin prisa, sin pausa, con sentimiento, abusando de su calor y de su fuerza. La ninfa rubia era delicada, tenaz, dominaba la situación casi en su totalidad, sobretodo jugaba con su presa.

Un escalofrió en su columna y sintió que algo se derretía en su espalda, como caramelo bajando por su piel.

- Te dije que lo haria.


- Te dije que podía no corresponderte.


- Lo has hecho.


- Y tu...Esto debe ser pecado. - suspiró.


- Más infierno que en el que estas, no creo que sea posible ja! - Leah sonrió, pero Rosalie la escrutaba con calma, le intrigaba esa respuesta. ¿Porque le habia dicho eso? Era exactamente lo que pensaba de toda su vida, de lo que le ocurría, pero nunca lo habia compartido con nadie aparte de Emmett y Bella...quizá su familia. Pero aquella joven que se plantaba ante ella... no tenía ni idea de todo esto; de su maldición.


- Te odio Clearwater.


- Eso me gusta. Odiame de nuevo Hale...odiame... - Ella volvió a besarla con rabia, con fuerza; pero esta vez se resistió. Aunque Leah no estaba dispuesta a dejarla ir, la apoyó contra el arbol y la sujetó entre sus brazos. - Me odias más ahora?


- Si te gusta que te odie tienes que estar emocionada.


- Mucho...ahora sube a la puta moto! - De nuevo esa sensación que tanto le gustaba a veces...Ese modo de controlarla le parecía seductor. Se arregló el pelo y apartó a su compañera de un empujón para llegar a la moto y subirse. - Asi me gusta rubia. Pero yo conduzco.


- Venga ya, estas de broma?


- Quita rubia, esto no es para chupasan... Vale, no me mires asi. Pero esque tu no la sabes usar. - Se hizo la importante subiéndose delante de ella. Arrancó y se marcharon rápidamente.


El viento le movía el pelo, como en las películas, solo que ella era algo más que una actriz. Era la diosa de aquella estúpida muchachita, alguien que se pensaba que podía dominar su amor, y sobretodo que podía dominarla a ella. No se daba cuenta de que en realidad manejaba mejor todo lo que ocurría de esta manera. Estaba acostumbrada a ceder el mando a distancia, a suspirar por tener que dar de comer a los peces, incluso a dejar conducir a Emmett cuando se ponía machote.

Pero en cuestión de sexo, ella mandaba.


- Estas muy callada.


- Me has traido a cenar, ¿exactamente que quieres que diga? - su voz sonaba a reproche y molestia. A Leah le dió un pinchazo en el corazón, ella se dió cuenta.


- Pense que te gustaría...Vale, he sido un poco imbecil


- Creo que traerme a un restaurante no es la primera opción que suelo barajar - Rosalie intentó aligerar la situación llegando a sonar incluso graciosa. Leah se movía incómoda en su silla. - Teniendo en cuenta que el menú no es apto para un paladar tan exquisito como el mio y que segur ... Te pasa algo?


- Perdona un momento - El sonidito del violin le daba vueltas la cabeza, raspaba en sus tímpanos y se los hacia sangrar, no literalmente...pero le vibraba hasta la garganta de odio. Se cogió de la silla para no saltar a partir el instrumento en dos.

Tras un rato se cansó. Se levantó y cogió al pequeño hombrecillo de la pajarita se la arrancó y le gritó: - TE QUIERES CALLAR DE UNA VEZ?! No sabes que lo haces fatal!


Rosalie se carcajeó con gusto, haciendo que todos la miraran, no solo por su espléndida belleza, sino por el sonido angelical que salía de su boca. Aplaudió el gesto de Leah y vió como la belicosidad contenida de ésta salía en forma de puñetazo. Le tiró el dinero a la cara al camarero y la cogió de la mano haciendo que se levantara.

- Quédate con la vuelta flacucho, te hará falta para comprarte una cara nueva.


Rosalie continuaba riéndose, sin acordarse en realidad de lo que le había hecho tanta gracia.

- Joder...que porqueria de sitio. Recuerdame que no te traiga jamás.


- No hará falta. La próxima vez te llevaré a un sitio mejor, y a ser posible...sin alimentos de por medio.


- Joder rubia, esto es complicado. Vamos, te llevaré a casa. - Esa frase se convirtió en aire nada más salir de su boca. Estuvieron horas paseando, mirando el cielo sentadas en el cesped, pendientes hasta de la lluvia que comenzaba a caer humedeciendo sus cabellos y sus rostros.

Leah se acurrucó contra el árbol tocando sin querer la mano de Rosalie que le giró la cara nerviosa. Sus ojos decían mucho más de lo que debían; se concentraron prácticamente en el espacio entre sus cuerpos y no en quien pudiera encontrarlas perdidas en el bosque. Sin más compañía que ellas mismas, los animales y su instinto amenazante.

- Y se sintió nube rapaz, grande y dorada. Pálida de frio escarlata... - recitó. - Lo he escrito yo.


- Estas hecha una poetisa. - Rosalie se inclinó para dedicarle una sonrisa de las suyas, de esas que derretirían hasta el corazón maltratado de Edward. A lo que ella no pudo resistirse. Se le antojó una frase de película, que hiciera juego con su novela propia. Era la amante de Rosalie Hale.


- Creo que no es por la escritora, sino por su musa. - Las dos se quedaron un momento en silencio, reflexionando. Quiza pensando en la manera de que nadie jamás volviera a preguntar, o el momento de decir cualquiera palabra, o si debían suspirar. - Dime que ha sido bonito.


- No me gustan esas cosas. Emmett apenas lo hace, y yo prefiero que no pierd...


- Ya salió el picapleitos cabron.


- Ohh! perdoname por estar enamorada! - ironizó Rosalie con desprecio.


- Pues no debes estarlo mucho si estas aqui conmigo. Deberias empezar a mantener tu boquita cerrada.


- Y tu a no interrumpirme! No te enseñaron educac..


- Muchisima... - Leah hablaba casi siempre irónicamente, algo que le molestaba a la vampira con inmensidad, era de las personas que le apetecía que se hablara en serio, y sino sería ella la que sarcásticamente dulcificara una discusión. Siempre quería tener la última palabra.


- Te he dicho que no me interrumpas


- Y yo que te llevaría a casa y en cambio sigues aqui dandome la puta tabarra. - Rosalie se levantó para marcharse, olvidando que las dos eran capaces de moverse casi a la misma velocidad, por lo que la sujetó de nuevo para aplacarla. - A donde te crees que vas, rubia?


- Sueltame - amenazó


- Porque tu lo digas.


- Exacto - Ella se zafó de las manos que le apresaban con una mirada descortés, era todo lo que podía decirle. Se abrochó el primer botón del cardigan y se movió por el bosque sin dejar rastro. Leah la alcanzó y la tiró al suelo saltando sobre ella.


- Vamos rubia, se que lo estas deseando.


- Apártate de mi. - dijo apartándola de encima. Se le habian manchado los pantalones, eso no se lo perdonaría jamás. Poniéndose de pie con celeridad habló casi con la misma prisa - Me quieres decir como explico esto yo ahora? Huelo de un modo realmente asqueroso.


- Y yo! Pero que te has creido, que me van a dar un premio nobel porque se me ha impregnado tu aroma a chupasangres?


- Van a saber que he llegado solo porque huelo a perro mojado! Y todo por tu culpa! - Gimió - Clearwater...no te vuelvas a acercar a mi de esa manera.


- Ni de ninguna otra, Hale. - Cada una se fue por su lado. Aparentemente enfadadas, cruzaron el bosque hasta sus casas, eso era lo que más deseaba en ese instante. Por un momento pensó que quizá le hubiera hecho daño, y que realmente nunca la vería pasar, ni la sentiría nunca más. A lo mejor era lo que más le apetecía, pero no podía negar que le gustaba todo aquello.


Nada más llegar a casa se duchó unas dos o tres veces y se cambió con algo más apropiado. Dejó su ropa sucia en la lavadora con mucho jabón para paliar ese olor a perro. No solo le asqueaba sino que podía atraer las preguntas esas iensperadas de las que tanto hablaba y sobretodo, en parte, temía. Las de Edward...desde luego.

Tras una pequeña bronca de Esme acerca de los apartos eléctronicos en la casa y de unas cuantas risas de Alice, se dejó caer en la cama de su habitación rendida, mucho más cansada de lo que había estado nunca, intentó averiguar si solo se trataba de una sensación o de si de verdad le había contagiado algún tipo de espíritu y podría dormir. Realmente no lo vió posible asique se puso la televisión y se entretuvo con un documental de serpientes.

En el momento en que la anaconda se tragaba su cena de la semana, sonó su teléfono movil. Emmett, que se encontraba a su lado dando pelotazos al techo, dió un respingo y soltó su pelota de tenis del susto.

- Deberias tener un poco más de reflejos, cariño - Rosalie le dió un beso alegre.


- Estaba concentrado en no cargarme el piso de arriba. - Ella rió - No me gustaria que mama viniese a sellarnos el cuarto y luego decir que no hay más habitaciones...


- Te preocupas demasiado por la decoración


- Me preocupa que me obligue a dormir con Jasper y a ti con Alice. Jasper da patadas cuando sueña.


Con una enorme sonrisa cogió el teléfono de la mesilla y le dió un un codazo cariñoso a su marido. - No seas tontorrón. - Leyó el mensaje con calma, esta vez sus facciones continuaban inmunes y tranquilas. Era Leah de nuevo, ¿disculpándose? Al menos ese "Oye creo que te has dejado una cosa en mi bolsillo" sonaba a disculpa..."En fin..." pensó.


- ¿No vas a decirme quien te manda tantos mensajes?


- Un admirador secreto.


- Ohm...Y como se llama, lo digo para partirle la cara un día que me aburra.


- Dudo que te aburras tanto. - La anaconda de la televisión dormía placidamente mientras la filmaban. A veces se sentía asi, espiada...como si estuviera mirándole un enorme ojo que juzgara todas sus acciones. Pensó que era algo así como una conciencia.


- Como quieras... - Emmett se sintió ligeramente ofendido, sobretodo porque le estaba prestando más atención al plasma que a él, cuando sabía que aquellas situaciones le encantaban, sobretodo cuando planeaba como destrozar las vidas de unos pocos simplemente paseando de la mano de su esposa por las calles de Forks. - Te pasa algo?


- Que tendría que pasarme.


- Pues que no dices nada, pareces enfadada.


- No lo estoy... Mira, pero que asco, ¿como hace eso? - Ahora era una serpiente regurgitando la cáscara de un huevo. Una dorada y encantadora serpiente que secuestraba los huevos de otras serpientes o de otros animales para absorverles la vida. No debía de haber dicho eso, porque ahora se sentía mucho peor que cuando le parecía ser anaconda vigilada.

Cambió de canal esperando que eso la tranquilizara.


- No sabia que le tuvieras tanto asco a las cáscaras de huevo. Se que no te gustan pero esa no es razon para discrminarles - dijo Emmett divertido - Me gustan las serpientes, son simpáticas, no?


- Prefiero ver algo menos pecaminoso.


- Ese rollo de la biblia es muy raro, Carlisle me lo contó no se que día...lo de la serpiente y la manzana, y la Eva esa...A mi digan lo que digan, me recuerda a Alice - Rosalie rió con ganas - Que si..., ¿Has probado a decirle que no a probar algo nuevo? La serpiente era caperucita en comparación la lobaaa...uhhh uhhh - Emmett imitó a un fantasma.


"Pero que narices pasa hoy? Porque todo me recuerda a esa estúpida ...ehm...loba feroz?"

- Pues no se, yo pienso que es solo una metáfora. - Sin duda esta conversación no le estaba gustando nada.


- ¿Una tia que se come una serpiente que sabe a mazanana? Yo tambien lo pienso. - Era imposible tomarse nada en serio con él, cada instante que pasaba era mejor, y cada segundo era más inspirador. Realmente parecía que incluso lo entendía de esa manera, era increible sentirse así. Esto no lo cambiarían ni mil Leah's.


- Cariño, creo que era la manzana la que se comia, no que la serpiente tuviera ese sabor.


- Entonces la serpiente que pinta ahi?


- Es el tránsito entre el pecado y el pecador; el que te dice: Hazlo.


- Que haga el que?


- Comerse la manzana, cielo.


- Ahora lo entiendo todo. - Rosalie pusó cara de no entender nada, se había dado cuenta de lo que había hecho con Leah, de todas esas sensaciones nuevas que comenzaban a crecer en ella...? Sus ojos le indicaron que siguiera con la explicación, su mano pareció temblar. Emmett parecía un erudito ahi postrado, colocó sus brazos detras de la cabeza y se apoyó contra la cabecera de la cama - Mi madre me obligaba a comer manzanas, el señor de la biblia tenia muchisima razón. Las mujeres te obligan a comer manzanas...y además recuerdo una serpiente en el granero.


- Cielo, es una metáfora, no hay que ..., no importa. - "Que sea feliz pensando en las serpientes con sabor a manzana de caramelo..." Le dió un beso y se tumbó a su lado, volvió a poner el documental de serpientes. Esta vez, una serpiente del desierto se abría paso entre las dunas. Sin duda eso acabaría ocurriendo. Saldría de todo ese embrollo como solo una Hale podía hacerlo.

¿Eso queria decir que tenía que recurrir a Jasper?

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